LA EMPATIA Y LA CAPACIDAD DE IMAGINAR LO QUE ESTAN
VIVIENDO OTRAS PERSONAS
Esta escena pertenece a una conocida película, “The Doctor” (1991)
en la que se narra la historia de un cirujano, el Dr. Jack McKee, brillante en
el quirófano, pero distante y frío con sus pacientes. Un buen día le diagnostican
un tumor de la laringe y, a pesar de tratarse en el hospital en el que trabaja,
no podrá librarse de los trámites burocráticos, todo tipo de pruebas, errores
médicos, retrasos en los tratamientos y, por supuesto, de los miedos asociados
a convivir con una enfermedad que se asocia con la muerte. En definitiva, se
muestra el proceso por el que el médico pasa a convertirse en paciente. Como
consecuencia, cambia por completo su manera de entender su trabajo. Pasa de ver
sólo la enfermedad de sus pacientes para interesarse además por la forma en que
la enfermedad les afecta emocionalmente.
Se ha escrito mucho sobre el altruismo y la generosidad. No se
sabe qué variables son las que elevan la probabilidad de que seamos más
empáticos y, como consecuencia, dediquemos tiempo y recursos a ayudar a otras
personas. Dan Ariely afirma que hay tres factores que intervienen en estos
casos: el grado de cercanía con la víctima, la vividez con la que podemos
imaginarnos su situación y el efecto «drop-in-the-bucket», y que se refiere al
hecho de que somos mucho más proclives a prestar nuestra ayuda cuando dicha
ayuda tendrá efectos rápidos, claros y en los que habrá sido necesaria. Estas
tres variables se asocian con lo que llamó “el efecto de la víctima identificable”.
De las tres variables, me parece especialmente interesante la segunda, que es
la capacidad con que podemos imaginar o visualizar la situación por la que pasa
otra persona. Es verdad que es importante que la persona a la que ayudemos esté
cerna (no a miles de kilómetros como sucede con algunas ONG) y que además lo
que hagamos tenga resultados observables a corto plazo. Pero, sin duda, tener
una imagen clara y propia de lo que está viviendo otro, es un factor
determinante.
Sin duda, no hay mejor manera de tener acceso a visualizar la
situación por la que puede estar pasando otra persona que haber pasado por la
misma experiencia. Si no en primera persona, alguien cercano a nosotros.
Unos investigadores del Boston College realizaron diversas investigaciones que les permite concluir que estamos más dispuestos a ayudar a los demás cuando somos capaces de imaginarnos vívidamente a nosotros mismos ayudando. Estos resultados coinciden con la idea de Dan Ariely.