EL MURO QUE SEPARA DOS REALIDADES
El «muro que separa dos realidades» es el nombre que di a un vídeo elaborado por Dulcineaestudios en España en colaboración con la Asociación
Española de Adolescentes y Adultos con cáncer. Fue subido a YouTube en
enero de 2015 y en menos de una semana tenía más de 65000 visualizaciones. En este vídeo se muestra un plano fijo con dos personas sentadas y
separadas por una pared (el «muro»). A un lado hay una persona que padece cáncer o es familiar de un paciente con esta enfermedad, y al otro lado
del muro hay otra persona que no está enferma. A ambas se le hicieron las
mismas dos preguntas: «Si pudieras pedir un deseo, cuál sería?» y «¿Qué
es lo que te hace más feliz?».
Las dos personas a ambos lados del muro no se conocen. Tampoco pueden
verse entre ellos, y los que no tienen cáncer no saben que al otro lado hay una
persona que tiene esta enfermedad o vive con alguien que la tiene. Además, las
personas que no tenían cáncer eran voluntarios reclutados mediante un anuncio en Facebook en el que se pedía «gente de la calle para un vídeo viral para
hacerle preguntas sobre la vida». Se les pidió que fueran realistas respecto a
sus deseos, es decir, que no pidieran la paz mundial o cosas similares.
El objetivo del vídeo era promover la reflexión a partir del contraste
que se observaba entre las respuestas de las personas que estaban a ambos lados de la pared.
Primero comenzaban a responder las preguntas las
personas sin cáncer sobre sus deseos y lo que las hace felices. Como se
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les pidió, sus respuestas no fueron exageradamente irreales. Planteaban
deseos como trabajar en Nueva York o hacer algún viaje exótico. Después
comenzaban a hablar las personas enfermas. Sus preocupaciones y deseos
eran muy diferentes.
Al comenzar el vídeo se observa que algunas personas con cáncer hacían gestos mostrando su desaprobación con los deseos de las personas
sanas. Se intuye que les parecían muy superficiales. Sin embargo, cuando
hablaban las personas con cáncer y afirmaban conformarse con cosas más
sencillas, como poder pasear o sentir el sol en su cara.
En este momento
de la grabación da la sensación de que son las personas sanas las que se
sienten incómodas.
Poco a poco, el vídeo avanza y se observa que las personas sanas se
emocionan con las palabras de sus vecinos enfermos que están al otro lado
de la pared. A partir de ese momento desaparecen los gestos de sorpresa
o incomodidad y las dos personas tienen interés en acercarse y verse. En
algunos casos incluso se abrazan.
Algunos usuarios de YouTube creen que el vídeo tiene como objetivo
hacer reproches a quienes no tienen las mismas preocupaciones que las
personas enfermas. Opinan que es una crítica injusta a los deseos superficiales de muchas personas.
Sin embargo, desde Dulcineaestudios afirman
que los voluntarios recuerdan lo sucedido como un momento bonito que
les hizo pensar, y ninguno de ellos se negó a aparecer en la edición fi nal
del vídeo.
El título con el que se subió el vídeo a YouTube es «Las respuestas de
estos jóvenes con cáncer os van a cambiar la vida». Pero cuando hablo
con mis alumnos sobre este vídeo lo nombro como «el muro que separa dos realidades».
Cuando ambas personas conectan
emocionalmente, la relación entre los dos es más fácil, hasta el punto en
que no es necesario decir nada. Esto significa que el muro se puede saltar.
Por momentos, podemos sentir lo mismo que los pacientes. Las neuronas
espejo y la teoría de la mente son las herramientas que nos permiten hacerlo.
El muro que separa dos realidades no es una pared real. Es una metáfora
de la distancia mental que hay entre personas que viven vidas diferentes.
Aunque coincidan físicamente en el mismo lugar, cada uno de ellos puede
tener sus propios intereses, expectativas y preocupaciones. Eso crea cierta
distancia emocional entre esas personas.
Esta distancia puede existir entre
los profesionales sanitarios y los pacientes. Los profesionales coinciden en
su puesto de trabajo (control de enfermería, el control desde el que se manejan las máquinas de imagen, radioterapia, etc.) mientras los pacientes esperan en algunas salas o habitaciones. Pero la mayor distancia entre ellos no
es necesariamente física. Los profesionales y los pacientes pueden tener inquietudes parecidas y otras diferentes. Ambos pueden tener preocupaciones
relacionadas con cuestiones laborales, económicas, etc., pero los pacientes,
además, hace tiempo que conviven con síntomas y problemas de salud que
no logran resolver; un diagnóstico de una enfermedad grave, leve o están
todavía pendientes de su diagnóstico. El muro existe porque tienen miedos
y deseos diferentes. Sin ir más lejos, ellos acuden desorientados y con dudas
para recibir un tratamiento o a una consulta, mientras nosotros conocemos
cómo funciona todo en nuestro servicio y nos resulta familiar.
Además, nuestra mente, la de ambos, tiende a ver la realidad desde
su propia experiencia. Nuestra mente necesita referencias para entender el entorno y así poder hacer
predicciones y tomar decisiones. Por ese motivo, tendemos a interpretar
la conducta de los demás teniendo en cuenta nuestra propia experiencia.
Esta estrategia es la que implica menor gasto de energía. Podemos hacer
el esfuerzo de intentar imaginar una escena desde otra perspectiva. En ese caso, la inversión de recursos es mayor.
Sin embargo, el muro se puede saltar y podemos ponernos en la piel de
otras personas, hasta el punto de sentir algo muy parecido a lo que sienten
ellos. Cuando esto ocurre, es más sencillo escucharlas y entenderlas. También será más probable que intentemos ayudarlas si podemos. Cuando esto
sucede, el gasto de energía vuelve a ser bajo.
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