domingo, 6 de febrero de 2022

EL PING PONG DE MIRADAS

EL PING PONG DE MIRADAS

Me gustaría que prestásemos atención a algo que ocurre todos los días en muchas ocasiones en nuestra vida diaria y que pasa desapercibido para todos. Se trata del intercambio de miradas que se produce entre dos personas que hablan. Lo llamo “partida de ping pong de miradas”:

-    - Cuando una persona habla con otra persona mira a su interlocutor y cuando observa que le está atendiendo, desvía la mirada.

-       - Mientras tanto, el que escucha sigue mirando al que habla.

-    - En un momento concreto, la persona que habla, necesita comprobar que su interlocutor le sigue escuchando y vuelve a mirar.

-       - En ese momento, la persona que escucha mantiene el contacto visual un momento, pero pronto desvía la mirada.

-      - Cuando el que escucha vuelve a mirar al que habla para hacerle ver que le sigue atendiendo, el que habla vuelve a desviar la mirada.

Así pues, cuando hablamos se produce un intercambio continuo de miradas y desvíos de mirada. Nadie nos ha enseñado esta manera de actuar, sin embargo, lo hacemos todos.

Sin embargo, si analizamos este intercambio de miradas se puede descubrir algo muy interesante y que sirve para comprender lo fascinante y compleja que es la naturaleza humana. En 2016 se realizó un estudio en el Departamento de psicología cognitiva de la Universidad de Kyoto para entender este intercambio de miradas. Llegaron a la conclusión de que la persona que habla debe desviar la mirada porque eso le permite elaborar un discurso con más facilidad. Es decir, mira para otro sitio para poder pensar con claridad. Si estuviera todo el tiempo mirando a su interlocutor cometería muchos errores en su discurso.Veamos el estudio al detalle y más adelante algo muy curioso que se esconde detrás de este trabajo.

Los investigadores pidieron a los voluntarios que encontraran un verbo para cada uno de los sustantivos que les dieron. Por ejemplo, si les daban la palabra “pelota”, ellos podían decir, “botar”, “lanzar”, etc. Si les daban en sustantivo “coche”, podían decir “conducir”, “aparcar”. Además, debían hacer este ejercicio mientras otra persona les miraba fijamente (con un video grabado). Los videos eran diferentes. Tenían una duración baja, media o larga, es decir, que en esos videos duraban pocos o muchos segundas mientras pensaban en encontrar el verbo correcto para cada sustantivo.

 


https://www.youtube.com/watch?v=ABhe6UTM4Ok

El resultado es que cuando la mirada era de duración corta, cometían menos errores que cuando alguien les miraba más tiempo. Se encontró una relación directa entre el tiempo que dura la mirada y el número de errores. Los voluntarios cometían más errores cuando les miraban fijamente mucho tiempo.

Así pues, la persona que habla desvía la mirada para poder pensar con claridad. Sin embargo, la pregunta interesante que nos podemos hacer es, ¿por qué desvía la mirada la persona que escucha? No necesita desviar la mirada para entender lo que le están diciendo. Entonces, ¿por qué lo hace?

La explicación para el comportamiento de la persona que escucha revela la sofisticación de nuestro instinto social. Desviamos la mirada cuando escuchamos para ayudar a la persona que habla. Sentimos que podemos incomodarla y facilitamos su discurso desviando la mirada. Sabemos y sentimos lo que necesita la persona que habla porque todos hemos estado a ambos lados de la conversación.

Nadie nos ha enseñado esto, pero lo hacemos desde muy pequeños. Todos sabemos que mantener la mirada fija durante mucho tiempo genera incomodidad. Se percibe como algo raro, o incluso, en algunos casos, como un gesto de provocación. La naturaleza humana puede sorprendernos en cosas tan rutinarias como esta. Son un claro ejemplo de nuestra capacidad para sentir lo que otra persona necesita y cómo actuamos en consecuencia.

Es lo mismo que sucede cuando observamos que alguien necesita ayuda y nuestra mente ha decidido ayudar. Podemos anticipar que esa persona sentirá aliviada si le llegan tres mensajes; observa que le escuchamos, siente que le entendemos y percibe señales claras de que nos vamos a mover para ayudarle. No sabemos que hay muchas cosas que sabemos, y las hacemos con total naturalidad. Emitimos claros mensajes, verbales y no verbales, porque somos capaces de entender una situación desde la posición que ocupa otra persona. 

El primatólogo Pablo Herreros, como una agudeza poco frecuente, era capaz de mostrarnos algunos aspectos del comportamiento humano y sus semejanzas con la conducta de algunos primates. El video al que se puede acceder a través del enlace que adjunto es muy interesante desde el principio hasta el final, pero les voy a pedir que en este caso observen las escenas que van desde el minuto 13.18 hasta el 14:16. Se puede observar que estamos diseñados para entender y ayudar. 

  

https://www.youtube.com/watch?v=eEoqNsKFRqc

Me parece muy reveladora la sonrisa del niño cuando ayuda porque indica que se siente bien cuando lo hace. El niño entiende lo que está pasando y además puede cubrir la necesidad de otra persona. Por ese motivo sonríe y busca la mirada de la otra persona que confirme esa conexión. No hay duda de que sabemos y sentimos cosas sin ser conscientes de todo lo que sabemos y sentimos.

Las neuronas espejo y la teoría de la mente desempeñan un papel muy importante en nuestra relación con los demás. No hay duda de que estamos especialmente diseñados para ser eficaces en la relaciones sociales. En otro momento, analizaremos en detalle nuestra mente social.




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